Hace un par de meses escuché que la palabra "googlear" se había añadido a algunos diccionarios oficiales de distintos idiomas. Por ejemplo en inglés, el verbo, que se utiliza para definir la búsqueda en google de un término, se añadió al diccionario de Oxford.
El concepto ya está internalizado en nuestra cultura. En alguna ocasión hablaba con una amiga respecto de poner el propio nombre en el famoso buscador para ver que existe en la red a propósito de uno mismo o de otra persona. Un amigo estuvo antes de ayer googleando nombres aquí en mi departamento para ver cuáles de los comensales de ese día era más popular en internet. También puedo mencionar que compré un libro de cuentos editado a propósito de un concurso loiterario de una revista chilena y el ganador fue uno titulado "Mi nombre en google". Incluso he escuchado que en determinadas empresas cuando van a entrevistar a un postulante para llenar un cargo vacante hay quienes buscan googlean a la persona para ver qué antecedentes pueden conocer de ella. Lo anterior me llevó a cambiar el nombre con que firmo en este y otros blogs.
Con todo esto del internet, el desarrollo de las funcionalidades web, las estadísticas de las visitas se dan algunos fenómenos extraños. En mi caso, revisando las webstats de este blog me di cuenta que alguien me googleó por mi nombre y apellido, pasando más de 29 minutos en este blog. Lo curioso es que esa persona me buscó desde Colombia y no conozco a nadie en ese país. Debo reconocer que me pareció gratamente intrigante el asunto, casi tanto como cuando un visitante anónimo (probablemente una visitante) que hasta el día de hoy no imagino quién es, dejó un comentario en uno de mis posts que decía algo como "qué extraño, justo anoche soñé contigo". Un poco de misterio le pone sabor a la vida.
Así que a cuidar lo que escriben en internet, tal como MTV tiene su programa de cámara escondida y te dice "you've been punk'd" no vayamos a sufrir casos en que resultes víctima de tus palabras y alguien te diga "fuiste googleado".
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